El último suspiro

Tan solo quince minutos y dos palabras fueron suficientes para cambiar mi vida. 

—Estás contratada.

El lunes de la siguiente semana desperté muy temprano, me vestí con ropa cómoda, bebí una gran taza de café como de costumbre y me dispuse a iniciar mi primer día de trabajo. Tras diez minutos en metro y cinco más caminando, me encontré frente al apartamento 502. Me disponía a tocar el timbre cuando noté que aún faltaba un rato para la hora indicada, así que decidí esperar, mientras imaginaba cómo sería Julia, aquella anciana a quien debía cuidar. De repente, el sonido de la puerta me trajo de vuelta a la realidad. Extendí mi mano para saludar a Eva, pero antes que pudiera decir palabra alguna, ella se marchó dejándome en la entrada con decenas de preguntas y ninguna respuesta. 

Sigue leyendo «El último suspiro»